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INVICTUS

Desde las sombras de la negra noche,
que mi cielo enlutecen,
doy gracias a los dioses,
por que nada mi alma abatir puede.
Los rudos golpes de la vida
ni un !ay¡ me han arrancado;
brota la sangre de mi testa herida,
¡pero no la he doblado!
Más alla de esta furia y estas lágrimas
las tinieblas se espezan,
mas no siento pavor por la amenaza
de los años que vengan.
Angosta es esta carcel en que vivo;
mi cadena es pesada.
¡Pero yo soy el dueño de mí mismo,
el capitán de mi alma!
William Ernest Henley

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